jueves, 27 de agosto de 2009

A los Hombres chilenos no les gustan las rubias ¿o sí?

Nuestra sociedad, muchas veces ha sido proclive a los “afuerismos” y a generar ciertas “taras” culturales que a partir de la adopción del sistema económico neoliberal, se han ido haciendo cada vez más evidentes y muchas veces, sofisticando gracias a la construcción de estereotipos de toda índole.
Tal vez la sociedad chilena, tan prejuiciosa aún, da lugar para que esto ocurra. Cuando Chile adopta el modelo neoliberal durante la dictadura militar, el país no sólo abandona antiguas prácticas políticas, económicas, sociales y culturales, sino que da un giro de 180º respecto de la forma en que se relacionan y conviven los chilenos. Todo un cambio de paradigma. Este cambio en el sistema de relaciones sociales, se presenta como transversal ya que abarca a ambos géneros, a todas las edades y a todas las clases sociales. Los matices en este sentido, son tenues a la hora de diferenciar a los capitalinos, de los sureños y de los nortinos. Diversos autores han hablado de la disolución de las identidades locales, en pro de las identidades globales. Con el transcurrir de los años, el modelo económico imperante, se ha ido “perfeccionando”. Las tecnologías se han diseminado a nivel casi planetario, no sólo en cuanto a su producción, sino que en cuanto a su difusión y aprovechamiento sistemático y cotidiano. Esta es una realidad para muchos países que antes se situaban en la periferia del poder económico y que hoy están cada vez más cerca del selecto círculo de las esferas de poder central y/o primer orden mundial. Lo que algunos también denominan “primer mundo”. Latinoamérica, no es la excepción y Chile tampoco.
Hablo de las economías emergentes como la economía chilena, que supuestamente, es relativamente consistente y estable y que por tal razón, está en condiciones de favorecer el crecimiento sostenido y medianamente igualitario de la nación. No vamos a entrar a debatir si esto es así o es sólo parte de un imaginario colectivo que se construye y potencia por medio de la pacificación de las mentes despiertas y por tanto críticas, de miles de chilenos. O si por el contrario, el sistema neoliberal, efectivamente genera oportunidades de real expansión de las economías emergentes y de sus pueblos.
El tema que trataré, está centrado más bien en el uso y mal uso de estos estereotipos fabricados dentro del mundo del marketing y la publicidad y cuyas ideas preconcebidas se posesionan a través de los múltiples medios de comunicación masivos como la televisión, la radio, los periódicos, los medios on-line y hasta las denominadas “redes sociales” como Facebook, Twiter, Myspace y demás plataformas digitales por las cuales se conectan a diario miles de usuarios nacionales desde sus hogares y oficinas o en el caso de los sectores más populares, a través de los cibercafés que proliferan en un sin número de barrios de Santiago y regiones.
En esto, la cuestionada globalización tiene mucho que decir y ya habrá oportunidad de comentar este fenómeno que se encuentra en desarrollo.
¿Qué nos dicen los medios? Muchas veces, se ha puesto en tela de juicio el verdadero sentido social de los medios de comunicación, en especial el de la TV, debido en parte a su gran capacidad para multiplicar mensajes de manera casi instantánea y en tiempo real. Lo que ahora sucede en EE.UU., puede verse de inmediato en Chile, en Japón o Sudáfrica. En nuestros días, el principal alimento de la industria televisiva nacional es EE.UU., seguido a mucha distancia de Europa, Argentina, México o Brasil. Históricamente ha sido así desde la sostenida “americanización” de la sociedad chilena, que un par de décadas atrás, fue mucho más amiga de las costumbres europeas. Hablo de la “estadounidización” de los chilenos que acuden todos los fines de semana a los “malls” para ver si compran algo en las tiendas que están con grandes “Sales” hasta con un 60 % de descuento. O tal vez a un “Outlet” de marcas de renombre mundial. Son los mismos que fueron seducidos por el discurso mediático de CNN, Disney, de la potente industria del cine norteamericano y de toda la maquinaria de contenidos simbólicos provenientes y esparcidos desde los Estados Unidos. De hecho, más del 80 % del cine que se consume en el mundo, proviene de esas latitudes. Las rubias chilenas del siglo XXI Cada día, en todas las calles de nuestro país, podemos ver a miles de “chilenas rubias” que deambulan orgullosas y a paso acelerado con su condición de “féminas primer mundistas” como si quisieran ser y representar más de lo que realmente son. Ser más que una mujer morena de un poco más de un metro y medio, no tan agraciada, pero sí muy maternal a la hora de casarse y criar hijos y muchas veces, terminar de criar a sus propio marido. Tengo asumido que esto no caerá muy bien a muchas mujeres. Sobre todo a ese grupo de “rubias chilenas”, que para ser bien honestos, es el grupo que más ha sucumbido a la mundialización y estereotipación de la mujer chilena del siglo XXI. Estas mujeres, son las mismas que creen que la igualdad entre los géneros, se debe expresar en la cantidad de cigarrillos diarios que se fuman, el poder emborracharse a sus anchas o cuanto más emplean garabatos de muy grueso calibre para comunicarse con sus pares (al igual que muchos de los machos criollos). O que tienen los mismos derechos para ser infieles que un hombre nacido en estas tierras. El tema es que el merecido beneficio de la igual entre géneros, no pasa por este tipo de actitudes, por más que ciertos círculos de poder y sus canales de difusión nos hagan creer que sí. Este es un tema que requiere de ser tratado con más profundidad y que claramente daría para escribir varias páginas. Sin embargo, lo que debemos tener claro es que los estereotipos sí funcionan y no sólo a la hora de persuadir a los consumidores nacionales por medio de bombardeos publicitarios, sino que a la hora de promover, potenciar e instaurar ciertas ideas en el imaginario colectivo local, respecto de cómo son y de cómo se ven las chilenas del siglo XXI. Es una realidad que la mujer chilena tiene un cierto biotipo y que éste, no es precisamente el nórdico o anglosajón. Inmediatamente asalta una pregunta ¿Y eso tiene algo de malo? La respuesta es No. ¿Porqué tratar de parecer una Barbie anglo-sintética, si se puede lucir como una auténtica mujer latina? Sin silicona de por medio, que aumente el busto al estilo de las “figuras” estadounidenses y por el contrario, intentar sacar partido a lo que la madre naturaleza les otorgó y que a las yanquis les quedó debiendo. No las llamaré “americanas”, ya que creo que a estas alturas es evidente que este apelativo procede para todas las mujeres que nacieron en el continente americano, independientemente del hemisferio, de su estatura, color de pelo y ojos. E incluso de la cantidad de busto que tengan o del que intenten comprar. A los hombres chilenos no les puede gustar más una mujer rubia que una morena. Esta idea es sólo otra construcción imaginaria de los mensajes mediáticos, para incentivar el mercado de las tinturas y de los centros de estética. Para hacernos creer que si se es rubia, se tiene una categoría superior y más sofisticada. Más cerca del gusto del hombre chileno, que se estimula más cuando su mujer aparece con visos, mechas o con una cabellera completamente dorada, para dejar ver sólo sus raíces castañas, todo complementado con un rostro limpio y mestizo, de no muy finos rasgos pero que si se potenciara dentro de lo auténtico de su aspecto latino, sería ciertamente llamativo para cualquier hombre. No son unas Barbies criollas, sólo son féminas autóctonas, reales, sin caretas de mujer primer mundista (al más puro estilo de María José López y sus múltiples operaciones). Para mí está claro que a los hombres chilenos no les gustan más las rubias y que éste, es sólo un mito más que ha crecido debido a que nos han hecho creer que las rubias anglo-sajonas son unas diosas del mundo desarrollado y que el resto de las mujeres no son competencia para ellas. Definitivamente Pamela Anderson y sus seguidores están confundidos, por que la autenticidad sí vale la pena apreciarla. Sobre todo en tiempos en donde todo parece ser algo que no es. Todo es apariencia y todo es desechable. Mujeres chilenas, por favor no se confundan, a los hombres chilenos no nos gustan más las rubias que las morenas. Puede que nos llamen la atención por ser diferentes, pero definitivamente esta idea no es real, es sólo producto de la portada de una revista “Cosmopolitan” o de la noticia de espectáculos que nos llegó desde CNN o quizás la idea transportada dentro de una película de “Columbia Pictures”. La realidad no se puede confundir con la ficción.

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